Iñigo Saldise Alda
Ante la sociedad de este país, últimamente, se están presentando diferentes planes estratégicos, todos ellos encuadrados dentro del soberanismo, en los cuales se reclama como primer paso una obligada unidad de acción. A pesar de ello, continuamos cada uno por nuestro lado, mirando incluso primero nuestras ambiciones personales incentivadas por un ego claramente narcisista, el cual nos lleva a censurar y ocultar las estrategias de personas o grupos de nuestro país, cometiendo incluso el grave error de buscar la ilegitimidad del mensaje de nuestros propios compatriotas, el cual es tan soberanista como el de nosotros, lo que genera una lucha interna entre patriotas, muy dañina además para nuestro interés nacional, mientras nos observan y disfrutan frotándose las manos los imperialistas españoles y franceses, ya que así les facilitamos ciertamente y en gran medida, el trabajo de su maquinaria colonialista.
Por ello, es nuestro deber y obligación, aparcar dichas pretensiones personales y buscar la creación de un bloque compacto y sin fisuras, desarrollando así el necesario primer paso con el cual poder alcanzar el objetivo, común a todos, de la recuperación plena de la soberanía para nuestro Estado.
El segundo paso que debemos realizar todos los agentes culturales, lingüísticos, económicos, sociales y políticos de este país, es la definición clara del objetivo final que perseguimos y una vez concretada dicha meta, preparar el consiguiente plan operativo con el cual poder diseñar la necesaria estrategia, común y global a nuestros intereses, pero que estas ambiciones particulares estén supeditadas al beneficio general o bien común, buscando así la vía correcta con la cual dar salida a las necesidades libertarias existentes en nuestro pueblo. Este objetivo debe corresponderse con la naturaleza del problema significativo que conlleva que nuestro histórico Estado, sea en la actualidad una mera colonia de los imperios español y francés, analizando detenidamente las causas histórico-políticas que nos han llevado a la triste situación actual, y que comenzaron con las diferentes invasiones, ocupaciones y amputaciones territoriales sufridas por el Reino o Estado de Nabarra, a las cuales hay que sumarle el continuado sometimiento político, eclesiástico, jurídico y policial sufrido por Euskal Herria hasta la actualidad.
El análisis de nuestra historia política, que siempre corresponde ser realizado desde una visión propia no contaminada así por agentes externos, facilita de gran modo la cohesión de nuestro mensaje soberanista, llegando así más fácilmente a todos los ámbitos socio-culturales del país, pues en dicha historia queda demostrada, sin discusión posible, una unidad política nacional existente en el pasado, siendo esta entorno al Estado de Nabarra. Algo realmente lejano en el tiempo y que durante muchos años permaneció aletargado dentro del imaginario del pueblo más antiguo de Europa, debido en gran medida a la represión continuada ejercida por los invasores y ocupantes extranjeros en este país, concretamente españoles y franceses. Esto, dio como resultado inevitable la búsqueda de otras teorías con las cuales poder alcanzar la libertad. Por ello, es una obligación con nuestra historia y sus personajes, el deber de analizar desde la perspectiva que nos otorga este paradigma navarro, los diferentes intentos libertarios realizados por nuestro pueblo, siempre examinándolos con el debido respecto, intentando no herir con ello las diversas sensibilidades existentes en nuestro país con sus diferentes actuaciones con las cuales buscaron la libertad, destacando entre ellas el foralismo con su máxima expresión en las guerras carlista del siglo XIX y el nacionalismo vasco de finales de ese mismo siglo, desarrollado por Luís y Sabino Arana Goiri.
Este estudio debe estar realizado siempre con el correcto matiz de la época que sucedieron dichos pensamientos y acciones, obviando sus errores y aprovechando sus correctos planteamientos, uniéndolos así al paradigma navarro, pues aunque haya agentes extranjeros o incluso del país que lo intenten negar, no cabe duda que son parte del mismo. Así pues, una vez marcado el objetivo exclusivo de la recuperación de la plena soberanía para nuestro Estado, Nabarra, debe comenzar un reparto de tareas y su correspondiente compromiso de acción entre todos los agentes soberanistas de este país, a través de una unidad operativa independiente, sería, responsable y abierta ante las aportaciones personales y partidistas, canalizando con ella y en una sola dirección, la fuerza de este pueblo y teniendo como única meta nuestra libertad.
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