Currin fue muy explícito al resumir cuál ha sido su participación en trabajos que situó «en los últimos dieciséis meses». Mantuvo más discreción, lógicamente, sobre otras cuestiones que permanecen abiertas, pero de las que se declaró bien informado, como las opciones de apoyo internacional a un eventual proceso de paz. «No les puedo decir que Gordon Brown o Barack Obama harán declaraciones sobre lo que ocurra en el País Vasco, pero sí les digo que la comunidad internacional no se quedará callada si ve una oportunidad de lograr la paz en el último conflicto violento en Europa Occidental».
Una propuesta «encomiable»
De Currin se sabía hasta ayer que fue figura importante en la resolución del conflicto de Sudáfrica -trabajó en la Comisión de la Verdad-. También que colaboró después en el norte de Irlanda -coordinó la Comisión de Revisión de Sentencias- y ha mediado en Sri Lanka, Ruanda u Oriente Próximo. Faltaba por saber cuál era su grado de implicación en Euskal Herria. Currin lamentó que periódicamente le telefonean para infor- marle de que su nombre ha aparecido en los medios españoles, «pero nadie me ha llamado, y yo pensaba que contrastar estas cosas era parte de la ética periodística».
Tras esta queja, detalló que en julio de 2008 «líderes de la izquierda independentista» le pidieron un informe que describiera cómo las fuerzas anti- apartheid sudafricanas se unieron y lograron operar legal- mente en política. Le consta también que después, entre setiembre y noviembre del año pasado, hubo «amplias consultas» sobre aquella estrategia y sus posibles aplicaciones en Euskal Herria. «Ese documento provocó un proceso que desarrolló una vida propia. Yo no busco ningún mérito. Se examinaron las estrategias y las consecuencias. En diciembre leí que Arnaldo Otegi empezaba a hablar de un nuevo proyecto político distinto al del pasado. Sé que hubo más consultas entre diciembre y abril de este año, y que se desarrolló una posición sobre la violencia».
Llegado a este punto, Currin fue contundente: «Yo sé lo que hay en esa posición y les puedo decir que es encomiable».
«Apóyenla»
Currin había empezado su alocución aludiendo a las detenciones de Arnaldo Otegi, Rafa Díez y sus compañeros, y admitió su asombro: «Claramente, el Gobierno español parece saber que hubo consultas entre la izquierda independentista y ETA, pero si esas consultas tienen que ver con un proceso de paz, ¿cómo se va a procesar a esas personas?», se preguntó.
Ante un auditorio que no perdía detalle, el mediador sudafricano admitió que sólo puede trazar una hipótesis sobre el motivo: «Sé que hay una desconfianza mutua entre la izquierda independentista y la mayoría de los partidos, si no todos. Lo sé porque he sido testigo de ello. Puede que Madrid, y no digo esto a la ligera, desee profundizar en esa desconfianza porque no quiere que esa iniciativa tenga éxito. ¿Por qué? ¿Quizás porque el PSOE encabeza ahora el Gobierno Vasco?».
Así las cosas, Currin dejó un último mensaje, que admitió que podía entenderse «ingenuo» al formularse ante rivales políticos de la izquierda abertzale: «Creo sinceramente que ese movimiento está verdaderamente comprometido con una estrategia alternativa. Apoyen esta iniciativa. Con ello no apoyan a la izquierda abertzale, sólo apoyan un proyecto que necesita ser incluyente. Si no empiezan a confiar unos en otros, no hay nin- guna posibilidad de encontrar una solución». Le escucharon, entre otros, Juan José Ibarretxe, Joseba Egibar, Markel Olano o Aintzane Ezenarro.
PSE: «Llamar patriota a Otegi, un despropósito»
La definición de «buenos patriotas» dirigida por Xabier Arzalluz a los últimos detenidos de la izquierda abertzale ayer en GARA suscitó reacciones de varios partidos. Especialmente molesto se declaró el líder del PSE en Bizkaia, José Antonio Pastor, que afirmó que «hay personas en este país a las que no vale la pena contestarles. Es un absoluto despropósito de un señor mayor que dice cosas y ya está». En Madrid fue preguntado por la entrevista el coordinador de IU, Cayo Lara, que opinó que las declaraciones de Arzalluz «no tienen valor político». Joan Ridao (ERC) añadió que lo interesante sería saber la intención política final de Arzalluz.GARA
«La izquierda independentista debe hacer este viaje con ETA»
Frente a los tópicos instalados en el debate político, una de las ideas que reiteró Currin es la de que no cabe pedir a la izquierda abertzale una condena de ETA. Alertó de que en ese caso podría ocurrir que otra formación política ocupara su lugar: «Y habríamos retrocedido diez años». En su opinión, tiene que ocurrir justo lo contrario: «La izquierda independentista tiene que hacer este viaje con ETA».
En este punto, advirtió contra el riesgo de las prisas. «Habrá mucha gente impaciente que querrá cosas rápidas, pero un edificio que se construye sobre malos cimientos se desmorona. La paciencia es esencial».
En el turno de preguntas por parte del público, el mediador internacional fue aún más explícito. Sobre todo en el interrogante final, que le planteó si realmente cree que el Estado español está dispuesto a dar una solución al conflicto político en Euskal Herria: «Esa pregunta es muy interesante, porque es precisamente la pregunta que ETA se está haciendo en este momento, y la pregunta que podría estar haciéndole a la izquierda abertzale». A partir de ahí, Currin dio su respuesta personal: «Yo creo que para los vascos no hay posibilidad en absoluto de lograr sus objetivos con la estrategia política actual, con una organización que tiene la capacidad de poner bombas. No va a ocurrir -afirmó tajante-. Y ya que esto es así, vale la pena asumir el riesgo».
Poco antes, se había dirigido en el mismo tono a los represententes de otros partidos a quienes pidió apoyo para la iniciativa de Batasuna. Les instó a arriesgar porque ahora «no tienen nada, sólo la esperanza, y por eso sólo pueden perder la esperanza». Afirmó que sobre esa esperanza se puede construir confianza -un concepto que recalcó como imprescindible para que cualquier proceso prospere-, «y sobre la confianza se puede construir paz».
La conferencia tuvo más concreción de la que se podía prever. Como ejemplo, Currin detalló que para que la expectativa abierta se materialice harán falta dos cosas previas: «Una, crear un espacio político para que la izquierda independentista pueda operar de forma legal. Y la otra, el fin de la violencia, porque no puede haber un proceso de paz que tenga éxito mientras exista violencia o amenaza de violencia». Mirando más allá, y sin pretensión de «delimitar las agendas», recordó que en su país se excarceló rápidamente a los políticos que se encontraban presos y que se fomentó la confianza mutua. R.S.
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