domingo, 1 de noviembre de 2009

Brian Currin en DEIA: "El debate que se da en la izquierda abertzale no se había producido antes, ésa es mi esperanza"


Antes de responder a la primera pregunta, Brian Currin (Sudáfrica, 1950) hace un breve inciso para poner sobre aviso a las dos periodistas de que será cauto en sus palabras y hablará despacio -con un inglés claro-, para no ser tergiversado en la traducción. Este experto internacional que ha intervenido en procesos de paz como el de Sudáfrica, Irlanda del Norte, Ruanda, Oriente Próximo o Sri Lanka, no oculta cierta decepción con los medios de comunicación españoles. Pese a ello, expone su visión del conflicto vasco con propiedad, sin ningún prejuicio y aportando una dosis de realismo a la actual situación de bloqueo...

Enamorado de Euskal Herria por la "hospitalidad de su gente" y su "belleza", Currin confiesa estar encantado de volver una y otra vez -ésta última invitado por Lokarri-. Optimista por naturaleza, está convencido de que existe una esperanza para el último conflicto político armado de Europa.

¿Cómo ha encontrado la situación en Euskal Herria en esta última visita?

Parece que hay una mezcla de esperanza y abatimiento, un nivel de inseguridad, particularmente sobre los arrestos del día 13 de octubre.

Una emisora de radio hizo público recientemente un informe reservado de la Policía española en el que se afirma que usted se reunió a mediados de septiembre con Arnaldo Otegi y el abogado Urko Aiartza. ¿Qué hay de cierto en esta información?

El reportero que dijo eso no me preguntó a mí sobre esa reunión. No quiero comentarlo. Lo que sí puedo decir es que durante los últimos 16 meses he estado implicado en discusiones sobre una nueva estrategia política, un nuevo planteamiento. Básicamente, he aportado ideas que vienen de mi experiencia en otros conflictos y del conocimiento que tengo de la realidad vasca. Pero lo que sea que emerja y lo que ya ha emergido de esas discusiones desde diciembre del año pasado son ideas que han evolucionado dentro de esa organización, como consecuencia de sus propias discusiones y debates internos que se están dando desde septiembre de 2008.

Se viene especulando sobre la existencia de una declaración, en la que la izquierda abertzale se plantea cierta distancia con ETA. ¿Es así?

Creo que es importante que en algún momento la izquierda proindependentista haga una declaración sobre la violencia. Creo que todo el mundo en Euskal Herria anticipa que habrá una posición pública sobre la violencia. El hecho de que esté hablando con otros partidos nacionalistas, sabiendo que para los mismos la violencia es una gran preocupación, debe indicar que es una cuestión que está en su agenda. Yo insistiría en que es importante que se haga una declaración. Pero no puedo decir qué hay en esa declaración o si esa declaración se va a hacer. Los contenidos pertenecen a la izquierda proindependentista, corresponde a ellos hacerlos públicos, no a mí.

Entonces, ¿constata que el debate sobre la violencia está dándose?

El debate sobre la violencia está teniendo lugar. El centro de este debate interno y la consulta que están haciendo dentro de la izquierda proindependentista es sobre cómo puede participar en políticas democráticas en Euskal Herria. Ahora sabemos, con el contenido de la Ley de Partidos, lo que es necesario para que un partido deje de estar prohibido, cuáles son los requisitos. Por lo que, si ése es el objetivo, embarcarse en un nuevo proyecto político del que hemos oído hablar a Arnaldo Otegi hace ya tiempo, debería ser obvio qué es lo que se debe hacer para participar en políticas democráticas.

¿Qué consecuencias pueden tener las detenciones de las personas que, precisamente, estaban liderando el debate y desarrollo de la nueva estrategia?

Es difícil de predecir, pero mi esperanza sería que los arrestos no desanimen a la izquierda proindependentista de perseguir este particular proyecto. Espero que les anime aún más a continuar este nuevo sendero.

¿Cree que, tras las detenciones, hay personas en la izquierda abertzale preparadas para liderar el proceso y seguir ese camino?

Diría que sí hay gente capaz de hacerlo. Sabiendo, como sé, sobre qué es este proceso, que se trata de un nuevo proyecto político, no entiendo y encuentro extraño que el grupo de personas que lo ha liderado debía ser arrestado como consecuencia de una relación o una consulta que, es obvio, parece necesaria para hacer avanzar el proceso.

¿A qué consulta se refiere y entre qué agentes?

Por lo que he leído, uno de los cargos que se imputan a los detenidos es que este proyecto está dirigido por ETA. Yo puedo decir que este proyecto ha estado dirigido por la izquierda proindependentista dentro de Euskal Herria desde julio del año pasado. Los arrestos dicen que el Gobierno tiene información de que la izquierda proindependentista ha consultado con ETA, lo que yo afirmaría que era lo correcto. Es vital que la izquierda proindependentista lleve a ETA con ella en este viaje. Un proyecto que aspira a legalizar a la izquierda proindependentista seguramente fracasará sin un fin de la violencia. No entiendo por qué han sido arrestados. Técnicamente, no tengo duda de que es un delito implicarte con miembros de ETA, pero si estás relacionándote y consultando con ellos sobre un proceso de paz no tiene sentido que se arreste a gente por esto.

Si hablar con ETA es un delito por el que vas a la cárcel, ¿cree que es viable un nuevo proceso de paz?

Debemos entender que el objetivo en este momento no está en embarcarse en un nuevo proceso de paz con Madrid. Lo que está pasando ahora es lo que se ha estado haciendo dentro de la izquierda proindependentista, cuyo objetivo es un nuevo proyecto político legalizado. Hay dos patas en este proyecto: una es ayudar al movimiento político de la izquierda proindependentista a legalizarse y la otra es que acabe la violencia. Para conseguir las dos, es vital que Batasuna lleve a ETA con ella. Porque, de lo contrario, ¿dónde nos quedaríamos con la violencia? Se trata de medir los tiempos, las circunstancias apropiadas, y ésas son cosas que yo no puedo hacer, son cosas que necesitan hacerse internamente.

¿Tiene esperanza en este proceso?

Lo que puedo decir es que el debate interno, la consulta que está teniendo lugar en los últimos 16 meses es algo profundo, que no había pasado antes. Y ésa es mi esperanza.

Pero la detención de Otegi, Diez y los otros dirigentes abertzales puede perjudicar a ese debate.

Obviamente son enormemente decepcionantes. Yo esperaría que proporcionen más motivación, porque la cuestión es: si trabajas como un activista político, ¿cómo puedes tener éxito si estás prohibido? Si estás ilegalizado, ¿qué puedes conseguir? Nada. Para poder conseguir tus objetivos políticos es esencial que puedas operar legalmente. Y creo que eso es algo que se ha entendido.

En Irlanda del Norte, el Sinn Féin empujó al IRA a dejar las armas. ¿Por qué Batasuna no lo ha hecho?

Ésa es la cuestión.

¿Cree que la izquierda abertzale va a dar ese paso ahora?

Lo que puedo decir es que espero que eso sí pase. Desde mi punto de vista, para que este proyecto político funcione debería pasar, porque si no pasa, no funcionará.

¿Un nuevo proceso de paz sería el objetivo?

Claramente ése sería el objetivo a largo plazo, pero ahora nadie ha hecho peticiones o ha requerido a Madrid que entre en negociaciones. Ha sido un trabajo unilateral dentro de ese movimiento político particular.

¿Y tiene constancia de que haya otro tipo de conversaciones con Madrid?

No soy consciente de nada de eso.

En los últimos 16 meses ha estado en contacto permanente con la izquierda abertzale. ¿Ha mantenido también contactos con partidos españoles, con el Gobierno español?

Previamente yo tuve contacto con otros partidos, me reuní con el Gobierno español. Pero en los últimos quince meses todo el trabajo que he hecho ha sido enteramente con la izquierda proindependentista.

Usted participó en el último proceso de paz vasco. ¿Por qué fracasó?

Desde mi punto de vista ese proceso fue fundamentalmente pisoteado. ¿Por qué? Porque no hubo ningún tipo de transparencia. No podían hablar con Batasuna porque era ilegal relacionarse no con ETA, sino con los líderes de Batasuna. Ningún partido quería ser visto relacionándose con Batasuna, primero porque estaba ilegalizado; segundo, porque nadie quería ser visto hablando con ellos por el impacto que eso podía tener en su propio electorado. Así, todas las conversaciones fueron secretas. Las reuniones entre Madrid y ETA fueron secretas. Nadie realmente sabe quién dijo qué. Nadie quería reconocer públicamente que había un proceso de paz. Desde mi experiencia, para que un proceso de paz funcione, necesita ser abierto, transparente, necesita implicar al electorado, debe haber consultas. ¿Cómo se podía hacer eso en esa particular situación? No se podía. Se necesita que sea un proceso respetado, en el que la gente confíe.

¿Se refiere a los interlocutores en el proceso o a la sociedad vasca?

La sociedad debe decir: "Yo creo en este proceso, yo quiero este proceso, porque mis líderes me están diciendo que nos llevará mañana a un mundo mejor". No vimos nada de esa naturaleza en torno a este proceso de paz. Fue pisoteado en todos y cada uno de los niveles. He hecho un análisis sobre numerosos procesos de paz y he acabado encontrando ocho criterios que se suelen dar en procesos de éxito. Ninguno de esos ocho criterios se dio en este caso. Ninguno de los ocho.

¿Pero eran conscientes de que no estaba funcionando?

Yo creo que la gente que se estaba dedicando a esto esperaba que funcionara. Después de que pasara puedes entender por qué no funcionó y puedes hacer un análisis.

¿Cree usted que existía un compromiso real de las partes implicadas?

Lo primero que realmente necesitas hacer en un proceso de paz es construir confianza. Tienes que buscar modos para crearla y la responsabilidad de hacerlo es mutua. El Gobierno la tiene y, por supuesto, la organización ETA también tiene esa obligación. ¿Cómo sucede esto? Antes de que se tenga esa confianza, las partes tienen que encontrarse.

¿Eso no ocurrió?

Eso no pasó. Suelo poner ejemplos: por una parte debe haber declaración de alto al fuego, luego el gobierno puede pensar qué puede hacer en respuesta y puede abordar el tema de la dispersión de presos. Pero uno de los problemas es que haya gente ajena fijando la agenda, porque no me corresponde a mí fijar la agenda para ETA, Batasuna o Madrid, deben hacerlo ellos.

Entonces, ¿cuál es la labor de un mediador internacional?

Puede ayudar si se toma en el sentido de que estas cosas son las que típicamente pasan en un proceso de paz. No estoy diciendo a Batasuna o a ETA éstas son las cosas que debéis hacer o éstas son las cosas por las que fracasó el anterior proceso, porque ninguna de las dos cosas me corresponden a mí. No hacen falta mediadores necesariamente. Si los partidos quieren que un proceso de paz funcione, pueden recurrir a asesores, implicar a gente que ha estado en otros procesos de paz.

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