José María Chacón
Parece que el PNV le ha vuelto a poner de los nervios al Lehendakari Patxi López, en esta ocasión a causa de las condiciones en que se ha de producir el traspaso de las políticas activas de empleo. López había convertido esta transferencia en un hito, el paradigma de su éxito político al frente del Gobierno vasco. Su argumento principal, que él había conseguido desbloquear en cuestión de meses lo que el PNV no había sido capaz de conseguir en treinta años de autogobierno.
Por supuesto, es un argumento tramposo por varias razones -la negativa de los partidos españoles, hoy también, a incluir el traspaso de las políticas pasivas, reconocidas en el estatuto, o el hecho de que el mismo partido que se ha negado en redondo hasta ahora desde Madrid, es el mismo que gobierna hoy en Gasteiz-, pero esos matices sin importancia no le interesan a López ni mucho ni poco.
Pero héte aquí que el PNV le ha vuelto a robar la cartera, y además con su producto estrella.
Recordemos que Patxi López hace no mucho se llenaba la boca anunciando que la transferencia estaba al caer y que Lanbide, el organismo que en Euskadi habría de sustirtuir al INEM fruto de ese acuerdo, entraría en funcionamiento en una fecha tan próxima como el uno de enero.
Y aquí es donde empiezan a torcerse las cosas para López. El PNV, desconfiando de la capacidad del actual Lehendakari para pelear la transferencia en cuestión con la firmeza que un tema tan serio exige, llevó sus condiciones para ese traspaso a la reciente negociación de los presupuestos del gobierno Zapatero.
Erkoreka y sus compañeros literalmente puentearon a López en la negociación de las condiciones de la transferencia, y por lo que parece acertaron, ya que si López preveía que aquella estaría completada para diciembre, de modo que Lanbide pudiera echar a andar en enero, ahora el traspaso se retrasa hasta nada menos que septiembre de 2010.
¿A qué se debe este retraso? A que según parece Patxi López preveía aceptar unas condiciones demasiado "fáciles" para el gobierno central, lo que hace sospechar que el contenido del traspaso iba a estar bastante devaluado. Al plantear el PNV unas condiciones más complejas, es decir, al "llenar" adecuadamente el corpus del traspaso, el gobierno central no va a poder concluirlo hasta el mencionado mes de septiembre.
Claro, con todo esto Patxi López se ha enfadado, porque ha quedado fatal. En primer lugar, el PNV le ha puenteado en la negociación de la transferencia, y el PSOE de Zapatero lo ha aceptado. En segundo lugar, el PSOE, el de verdad, el federal, ni siquiera se había molestado en informar a López del contenido del acuerdo alcanzado con el PNV, y por tanto López todavía seguía alardeando de tener el traspaso para diciembre, con lo que ahora, cuando ha saltado finalmente la noticia del retraso y su motivo, el líder socialista vasco se ha sentido ridículo.
Por si esto fuera poco, el retraso obligado por la necesidad de dotar a la transferencia del contenido negociado con el PNV, ha hecho también evidente que López había dado por buena la recepción de una transferencia devaluada, de ahí la rapidez de su tramitación. Siendo esto así, ha quedado también bastante claro que el insistente discurso triunfal de López sobre la rapidez con la que los vascos iban a disponer de la tan añorada transferencia de políticas activas de empleo, no era sino una cortina de humo con la que intentaba esconder la pobreza de los contenidos del traspaso.
Todo esto ha sacado de quicio a López. Puenteado por el PNV, ninguneado por sus propios compañeros de Madrid, que incluso se olvidaron de informarle del acuerdo con los jeltzales, y puesta en evidencia su escasa voluntad de defender como debiera los intereses de los ciudadanos vascos a los que representa, al aceptar sin rechistar una transferencia a la medida de los intereses políticos del jacobinismo madrileño, a López no se le ha ocurrido nada mejor que salir a los medios a acusar al PNV de intentar sabotear el traspaso. Nada menos.
Una acusación que, una vez más, intenta esconder la realidad de los hechos y busca que los ciudadanos fijen su atención, no en la luna, sino en el dedo que la señala, como el tonto del proverbio. En este caso, resulta demasiado evidente que los esfuerzos del PNV no van a encaminados a sabotear el traspaso, como pretende López, sino justo lo contrario, es decir, a garantizar que se realiza con los contenidos que tiene que traer, sin renuncias y sin trampas.
Por tanto, la insistencia del actual Lehendakari en sus acusaciones no hacen sino poner en evidencia sus propios pecados.
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