Miren Edurne Latorre Etxeberria en
Deia
A partir del mes de julio, el verbo se fue haciendo más débil y empezó a descubrirse su figura y su talante. Y empezaron las contradicciones. Y éstas se notaron. Entre el verbo y la obra había una gran diferencia, apareció un político y un gestor en permanente conflicto con alcaldes, con líderes políticos, con determinados tribunales, con sindicatos, en definitiva con la mayor parte de la ciudadanía vasca.
De todas las promesas de calado realizadas por el verbo, no se ha cumplido ninguna: han aumentado el número de altos cargos y por lo tanto de los gastos de personal, de vehículos oficiales y de comidas de trabajo, ha potenciado el perfil político y no profesional de la cúpula policial, los nuevos jefes de división no son los mejores escalafonados, los hay mejores, tanto en lo personal como en lo profesional. Se utilizará a la Ertzaintza para hacer la parte dura, difícil y sucia del conflicto, ha ascendido a sus dos escoltas, a uno le ha hecho director y al otro asesor, ha favorecido por compromiso personal a un funcionario policial trasladándole de Gipuzkoa a Bizkaia en un acto de agravio comparativo, nepotismo y algunos incluso dirían que de prevaricación.
Pero al verbo no le gusta que se aireen ante la opinión pública sus errores políticos ni sus miserias humanas. Para ello, se ha buscado la colaboración de un sindicato policial y de determinada prensa que le conceden una protección, directa, íntima y efectiva. Pero todo, absolutamente todo, no se puede ocultar siempre.
Que el verbo informe quiénes y cuántos fueron, cuánto ha costado, quién ha sufragado y en qué partida económica se ha cargado, el traslado en avión de todo el séquito de personal de Gobierno, esposas, maridos, escoltas, etc., su posterior alojamiento en hoteles, manutención y posterior regreso en avión, con motivo de los cuatro días de celebración de la boda de la nieta de Ramón Rubial en Cádiz. Un dato, sólo el señor Pastor y su esposa llevaron 6 escoltas.
Estamos en noviembre. El verbo apenas se dirige a su pueblo. Sus explicaciones las ofrece a puerta cerrada. El propio Rodolfo Ares, dos de sus directores y sus 5 jefes de división, han caído en un profundo descrédito interno, debido a su falta de conocimiento y preparación para los puestos que ocupan como gestores y jefes de personas, los que les hace poco fiables.
El verbo ha reiterado muchas cosas pero nunca ha explicado cuál es su proyecto organizativo e innovador más inmediato para acabar con el terrorismo, con las bandas y la delincuencia organizada, con la droga, qué proyecto propio va a desarrollar para realizar el cambio prometido, qué diferencia o mejora de resultados ha supuesto hasta el momento la nueva organización en 5 divisiones, aparte de ocasionar nuevos puestos administrativos, en detrimento de personal operativo.
Es cierto que las cosas en la Ertzaintza y en el País están mal. Y es cierto que la tendencia es a peor. A veces, para empezar a mejorar hay que ir hasta el fondo del abismo. Pero este pueblo ha demostrado siempre saber reaccionar. Saldremos de ésta.
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