El hilo argumental que utiliza el Sr. Garzón para justificar el encarcelamiento de Arnaldo, Rafa, Arkaitz, Miren y Sonia es fundamentalmente la acusación de que dichos militantes actúan bajo el supuesto tutelaje de ETA. Según conclusiones del juez, la creación de un foro o bloque soberanista es una directriz de ETA, argumentación que fundamenta en un documento incautado el abril del 2008 a militantes de dicha organización. Y aunque existan documentos públicos de junio de 2007 del sindicato ELA proponiendo como vía política precisamente la acumulación de las fuerzas soberanistas, sigue empeñado el juez en mantenerlos a toda costa en prisión. Le da igual cuál es la verdad, simplemente acusan de «supeditación a ETA» como excusa para un objetivo político: perseguir la opción independentista.
Es curioso que un juez que lleva años siguiendo al pie de la letra las directrices emanadas de los gobiernos de turno, es decir, que acepta actuar bajo el tutelaje de la estrategia política marcada por los respectivos gobiernos, violando y burlando la supuesta independencia judicial, acuse a otros de sumisión y dependencia.
Es la estrategia del unionismo español: acusar a los abertzales de las arbitrariedades que ellos constantemente cometen. Y no es solamente Garzón ni el poder judicial quienes actúan de esa manera tan soez, sino que es el Ministerio del Interior, es el PP, es el PSOE, es el gobierno del «pucherazo» en Gasteiz y son muchos medios de comunicación, fiel reflejo de una estrategia perfectamente orquestada. Así, la misma argumentación que utilizó un juez para enviar a prisión a esos militantes utilizó Rubalcaba para amenazar burdamente al PNV, intentando disuadirles de su asistencia a la manifestación de Donostia: «Todos los que acudan a la manifestación de mañana, que sepan que están supeditados a la estrategia político-militar de ETA». ¿Qué burdo, verdad ?
Como digo, esa estrategia no es algo puntual sino una constante en todos los ámbitos. Quizás uno de los temas en los que la perversión del lenguaje queda más en evidencia es el del nacionalismo. Las descalificaciones que se vierten de manera reiterada contra los nacionalismos que no defienden la idea de la «España Una y Grande» son moneda corriente por parte de los partidos españolistas y medios de comunicación como «El Mundo», «Abc» o «El Correo Español». El nacionalismo vasco, catalán o gallego son reaccionarios y obedecen a los viejos esquemas del siglo XIX, mientras que los que defienden a ultranza la lengua castellana o nos imponen la patria española no son nacionalistas, sino demócratas. Es curioso que desde uno de los nacionalismos más vetustos y rancios como es el español se fustigue al resto de los nacionalismos que quieren recuperar la personalidad e identidad lingüística, cultural y política de su propia nación diferenciada.
En ese sentido, ¿quién no recuerda la cacareada campaña de que los abertzales queríamos un frente vasco contra los españoles, que marginamos a los castellano-parlantes o la torpe acusación de Mayor Oreja de que los inmigrantes tendrían que hacer las maletas si las elecciones las ganaban los nacionalistas? Cualquier acuerdo entre la mayoría social, cultural y política de este País, era puro «frentismo» que provocaba la fractura social y el enfrentamiento entre los vascos.
Pues bien, los partidos españolistas, no contentos con alcanzar el Gobierno de Gasteiz desgajando una parte de la sociedad vasca, han configurado un «frente español» en toda regla y sin ruborizarse hablan de que «ha llegado el aire fresco de la democracia» a estas tierras. Es decir, lo que es inadmisible para los abertzales es pura democracia cuando la realizan los partidos españolistas.
El colmo de la desfachatez lo ha alcanzado la consejera de Educación en Gasteiz, la señora Celáa, distinguida por su militancia activa contra el proceso de normalización del euskara y todo lo relacionado con la cultura vasca. Dicha consejera no ha tenido empacho en realizar públicamente una afirmación tan grave como: «Se acabó el adoctrinamiento nacionalista en las aulas». No terminó la frase, pero lo que estaba pensando y lo que quería decir es que en adelante «aquí se va adoctrinar para que sean buenos patriotas españoles». ¿O no es verdad, señora Celáa ?
Los mapas, los contenidos y el ideario que quieren imponer en las escuelas está orientado a sus objetivos políticos de «uniformizar» todo el Estado Español bajo los mismos patrones fabricados en su imperio. Acusar a los abertzales de adoctrinar en las escuelas es justamente lo que ellos quieren conseguir pero en sentido contrario: utilizar las escuelas para uniformizar la sociedad y equipararla a la española.
¿Y qué decir de la escandalosa censura que están imponiendo en la EiTB? Están desapareciendo la mayoría de las personas de perfil abertzale, buenos profesionales y lo suficientemente objetivos, y son sustituidos por personas del gusto del tándem PP-PSOE. Además, censuran sistemáticamente toda noticia positiva de la izquierda abertzale. Y la consejera de Cultura se atreve a afirmar que se actúa con criterio estrictamente democrático. Sr. Surio, ¿ésa es la objetividad que usted pregona? ¿Con esa política prepotente y exclusivista se extrañan de que baje la audiencia? Determinados telediarios cada vez nos recuerdan más a los del tiempo del franquismo: mucha información del tiempo, todas las noticias de España, los sucesos contados al estilo de «El Caso», y que el fútbol no falte.
Los partidos españolistas tienen metida hasta la médula la mentalidad imperialista, y además es un imperialismo consciente de su decadencia crepuscular, lo que significa que están atenazados por miedos y complejos. Así, consideran normal que todos tengan que aprender el castellano, mientras que los idiomas del resto son «patrimonio a conservar», pero sin vida ni utilización pública, y cualquier intento de subvertir el orden con una mayor utilización de la lengua del lugar, sea en Euskal Herria, Cataluña o Galicia, constituye una «imposición». Es delito que el sistema de enseñanza impulse la normalización del euskara o fomente la cultura propia del país y, sin embargo, les parece normal que se le adjudique la función de que todos seamos más españoles. Ellos son los guardianes y esencia misma de la democracia. A los que se oponen a su estrategia hay que quitarlos de en medio con ilegalizaciones, persecución ideológica o encarcelamiento.
Tienen miedo a que «la unidad española», mantenida a base de reprimir las ansias de libertad de varias naciones mantenidas en su seno, se vaya derrumbando. Pues ya es hora de que aprendan que para superar esa angustia y desazón no tienen otro camino que las actitudes razonables y democráticas. La razón para reconocer la realidad de esas naciones que quieren su emancipación y la actitud democrática para respetar la libre decisión de sus habitantes. Ni los tutelajes del «viejo franquismo» ni las manipulaciones son el camino.
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