por Fatima Dos Santos
En las dictaduras pensar es un crimen y, por lo tanto, todos somos sospechosos. Nadie sintetizó mejor esta visión criminal y paranoica del mundo que el General Ibérico Saint Jean cuando dijo que “primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después … a sus simpatizantes, enseguida … a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.” Esta reflexión la hago hoy (a pesar de que nada tiene que ver con el post, pero no puedo mantenerme callada), al leer las noticias que dan cuenta de la razzia practicada por más de 650 agentes de la Policía Española y la Guardia Civil y que culminó con la detención y traslado a Madrid de 34 jóvenes del País Vasco acusados de “TERRORISTAS.”
Resulta que en España, aquel apelativo puede ser aplicado a cualquier persona que en Euskadi se atreva a pensar que sería bueno lograr una solución negociada al conflicto político del País Vasco, o que se manifieste a favor de una amnistía o, simplemente, que tenga la osadía de exigir se ponga fin a las torturas que se aplican rutinariamente (pese a las numerosas denuncias de organismos internacionales) a quien tenga la desgracia de caer en manos de las fuerzas represivas del estado español.
La irracional intransigencia de Madrid queda muy bien sintetizada en las palabras del Ministro del Interior a los independentistas vascos: “Aun en el caso de que la izquierda abertzale dijese que condena la violencia y solicitara su legalización la respuesta va a ser radicalmente no”. Este mismo personaje había planteado a los independentistas la opción: “o votos, o bombas,” y cuando estos dijeron “votos” y presentaron la candidatura Iniciativa Internacionalista al Parlamento Europeo, este santo varón, demócrata hasta el tuétano, les aplicó el garrote vil de la Ley de Partidos y los condenó a una permanente ilegalidad. Cerrados todos los caminos legales para quienes no piensan como Madrid quiere que se piense no hace falta ser un sabio para inferir que las vías extra-legales se nutrirán con el creciente apoyo de los muchos que en Euskal Herría no están dispuestos a renunciar al derecho a la autodeterminación de los pueblos, una conquista histórica que el estado español se niega tercamente a reconocer ya que ni siquiera autoriza una especie de “cuarta urna”, como la imaginó Zelaya en Honduras, para que el pueblo, diga si quiere o no ser consultado.
Lo tragicómico de todo esto lo relata el diario El País (otro mito periodístico, de prestigio tan manufacturado como inmerecido) cuando informó a sus lectores que mediante el “vandalismo terrorista se buscaba aumentar la presión sobre las llamadas luchas prioritarias…..la construcción del estado vasco y el combate contra el tren de alta velocidad, el modelo educativo de Euskadi y la especulación inmobiliaria.”
Estos jóvenes prisioneros tenían una agenda no sólo revolucionaria sino también terrorista: oponerse al tren bala que destruiría el medio ambiente y dividiría regiones enteras del país es un acto innegablemente vandálico y terrorista, lo mismo que discutir el modelo educativo, cosa que se está haciendo por doquier en Europa, y combatir la especulación inmobiliaria, causante de gravísimos problemas en España y el País Vasco. En su gran mayoría son jóvenes universitarios independentistas, activamente vinculados a diversas asociaciones que efectúan tareas comunitarias. Y que algunos de ellos “ocuparon cargos de representación estudiantil en la Universidad.” Aquí se presume la comisión de un delito, y eso basta para encarcelar a los sospechosos. Basta con relacionar a los inculpados con cualquier persona u organización que en el pasado haya actuado en la legalidad defendiendo el proyecto independentista para ser considerado un terrorista. Basta con compartir el proyecto estratégico de la independencia y el socialismo (aún cuando se condene los métodos violentos para lograrlo y se opte por las tácticas del Mahatma Gandhi) para que todo el peso de la “justicia” caiga sobre los acusados. Pensar o soñar son delitos imperdonables. Mediante esta monstruosidad jurídica se pena a la persona, no a sus actos. Aquí existe claramente una justicia que no reconoce el habeas corpus, traba la acción de los abogados defensores, impide la presencia de un médico de confianza, establece cinco días de incomunicación sin notificar a los familiares el paradero del detenido, legaliza la tortura y el maltrato, y somete a juicio a los inculpados fuera de la jurisdicción ordinaria, en un tribunal de excepción heredado de la época franquista.
Las violaciones a los derechos humanos que Madrid perpetra a diario en Euskadi son incompatibles con la democracia que pregonan. Pruebas:
Uno: El juez de la Audiencia Nacional que lleva la causa, Fernando Grande-Marlaska, rechazó la petición de los abogados defensores para que se aplique a los detenidos el “Protocolo Garzón”, que requiere que sean asistidos por un médico de confianza, que el periodo de detención sea grabado y que los familiares sean informados en todo momento sobre el paradero y estado de los arrestados. Por algo lo habrá rechazado.
Dos: sorprende comprobar que en ciertos aspectos el gobierno español hace lo que ni la dictadura argentina se atrevió a hacer. Por ejemplo: prohibir la exhibición pública de fotografías de las víctimas de la represión que hacían los familiares, amigos y los movimientos de solidaridad, una manera sutil por la cual se quería hacer “desaparecer” personas. Por eso en muchos bares, de esos que proliferan en toda Euskal Herria, las fotos de los independentistas detenidos en las cárceles españolas fueron reemplazadas por sus siluetas faciales.
Que todos los vascos, independentistas o no conocen estas realidades, puede que asi sea, pero como nadie se atreve a hablar, aquí dejo esto a ver si lo hacen publico en el blog de Iñigo, por cierto, un abrazo Iñigo y como digo alguien que no recuerdo ahora quien: “El peor analfabeto es el analfabeto político. El que no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El no sabe que el costo de vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
¿Irse o quedarse? X y Bluesky
Hace 1 día
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