martes, 10 de noviembre de 2009

Patriotas independentistas y patriotas unionistas

José María Chacón

Justifica Basagoiti el zarpazo nacionalista que la señora Celaá va a pegar en la educación de nuestros hijos, con el argumento de que los gobiernos anteriores utilizaban la educación para crear "patriotas independentistas". Por supuesto, al señor Basagoiti, como a la señora Celaá, de nada les sirve que recordemos que la educación de los gobiernos anteriores venía a ser la misma que puso en marcha el socialista señor Buesa, en la época de la entente que este partido formó con el PNV...

Tampoco les servirá que recordemos que todas y cada una de las decisiones que en el ámbito de la Educación vasca se han tomado en los años anteriores, han estado respaldadas por amplios consensos en el ámbito educativo, incluyendo los centros educativos, los educadores y los padres y madres de alumnos, por no mencionar el propio Parlamento vasco.

De esos acuerdos sólo se han desmarcado los partidos y organizaciones más radicalmente nacionalistas; organizaciones y partidos que exigían una supremacía "de facto" del castellano sobre el euskara y rechazaban la más remota posibilidad de que sus hijos recibieran formación alguna en el idioma propio de los vascos.

¿Por qué dicen PP y PSOE que la escuela vasca promovía lo que han denominado "adoctrinamiento nacionalista (vasco, se supone)"? Pues básicamente por dos razones. Una, porque en los libros de historia se recoge una historia de Euskadi o Euskal Herria desligada de la historia de España; y dos, porque a la hora de afrontar el problema de la violencia en este país, no sólo recoge la de ETA, sino también la del nacionalismo español. Esto basta para que PSOE y PP acusen al nacionalismo vasco de "adoctrinar" a los educandos para convertirlos en "patriotas independentistas".

¿En qué se va a basar la educación que promueven ahora PSOE y PP, con la señora Celaá al frente, después de las acusaciones anteriores? Pues básicamente en presentar una historia de Euskadi (que no Euskal Herria) DENTRO de España y formando parte de ésta, y en presentar el problema político entre Euskadi y España únicamente como un problema de violencia nacionalista-vasca, de ETA, obviando absolutamente la violencia ejercida por las Fuerzas de Seguridad españolas, el GAL u otros inventos pergeñados por las cloacas del estado español durante los últimos cincuenta años. El plan del actual departamento de educación para que las "víctimas de la violencia" se paseen por las escuelas vascas hablando de su sufrimiento a nuestros hijos forma parte de este programa. Un programa, obviamente, en el que no se contempla que también se paseen por nuestros colegios las víctimas de la Guardia Civil, la Policía Nacional, el GAL o el Batallón Vasco Español.

La conclusión a extraer de este planteamiento del actual departamento de Educación es que, siguiendo la misma línea de pensamiento que han establecido PSOE y PP para acusar de adoctrinamiento a los gobiernos previos, lo que los partidos españoles pretenden con estos cambios es, ni más ni menos, que convertir a nuestros hijos en "patriotas unionistas", o sea, en buenos y sanos nacionalistas españoles, como el señor López o el señor Basagoiti.

Creo que esto es evidente incluso para el más cerril de los votantes españolistas, y tengo claro que nadie se va a llamar a engaño con lo que está sucediendo. Lo preocupante es el hecho de que los partidos españoles, apoyándose sobre todo en el dominio prácticamente absoluto que tienen sobre los medios de comunicación, luchan denodadamente para apropiarse del lenguaje con el que nuestra sociedad ha de pensar su realidad política y social.

Así, según el discurso que comparten PSOE y PP, educar a nuestros hijos en la idea de que no existe una identidad nacional vasca ajena a la española es un acto que se adorna con epítetos llenos de intención como "transversal", "democrático" o "pluralista", mientras que enseñarles que su identidad es vasca, y no española o francesa, aunque vivan dentro de esos estados, se criminaliza con otros como "antidemocrático", "etnicista" o, ríanse ustedes, "nacionalista", y se acusa a quienes lo defienden de promover el "adoctrinamiento".

Por tanto, la señora Celaá y el señor Basagoiti, por no decir el jefe del gobierno, señor López, tendrán que explicarnos por qué el hecho de educar a nuestros hijos en la idea de que son vascos es "adoctrinamiento nacionalista", y sin embargo educarles en la idea de que son españoles es "poner fin al adoctrinamiento nacionalista".

Con respecto a la situación del euskara, el problema es el mismo. Desde que PSOE y PP llegaron al gobierno, les ha faltado tiempo para garantizar la preeminencia del castellano. Una vez más, las decisiones más agresivas se anuncian en el departamento de la señora Celaá.

Después de tantos años criminalizando a los gobiernos liderados por el PNV con el argumento de que los niños tenían que ser educados en la lengua elegida por sus padres -lo que dichos gobiernos han cumplido escrupulosamente, al contrario de lo que ocurre en Catalunya o ha ocurrido en Galicia, con presidentes socialistas-, una vez que PSOE y PP han llegado a Lakua lo primero que han hecho ha sido anunciar el fin de los actuales modelos lingüísticos y la creación de un nuevo sistema por el cual los niños, lo quieran o no sus padres, tendrán que educarse en euskara y castellano en igualdad de condiciones, además de en inglés. ¿Por qué este repentino cambio de rumbo en unos partidos que se presentaban como los únicos demócratas porque se pretendían adalides de la libre elección paterna? Pues porque al llegar a Lakua se han dado cuenta de que lo que deciden los padres, por una amplísima mayoría que supera el 90 por ciento, es por los modelos D y B reforzado, porque realmente quieren que sus hijos, al terminar su educación obligatoria, dominen por igual tanto el euskara como el castellano.

Pero no es esto lo que quieren PSOE y PP. Ellos quieren que el euskara vaya muriendo lentamente, sin hacer ruido, para que acabe, como han defendido sus líderes en más de una ocasión, en un museo, pero no en la vida diaria del país.

Por tanto, hoy PSOE y PP ya no defienden la libre elección de idioma por parte de los padres. Por contra, una vez demostrada la voluntad de los padres y madres vascos por la educación en euskara, lo que han hecho ha sido sacarse de la manga una fórmula que les garantiza, precisamente, que los niños no van a ser educados en euskara: la famosa "apuesta por el trilingüismo" de la señora Celaá. Una apuesta cuya única consecuencia previsible, hoy, es que nuestros hijos, cuando acaben su educación obligatoria, dominarán perfectamente el castellano, pero no lo harán ni con el euskara ni con el inglés. Éxito total para los muy transversales PSOE y PP.

Si a todo esto sumamos la colocación de cientos de banderas españolas por todo el país, la constante criminalización del sentimiento identitario vasco en el discurso de los partidos españoles y sus medios de comunicación afines -mezclando torticeramente la identidad, la violencia etarra y la defensa del Estatuto-, la obsesión del señor Ares por los símbolos en la Ertzaintza, o las estúpidas polémicas con el mapa del tiempo, nos damos cuenta con facilidad de que los partidos españoles, lejos de respetar su propia demanda de dejar de lado las "obsesiones identitarias", se comportan como verdaderos obsesos de la identidad, dejándonos más que claro que ese "cambio" del que tanto nos hablan no es otra cosa que un enorme esfuerzo por llevar a la postración a la identidad nacional vasca para imponernos, sin solución de continuidad, una identidad nacionalista española, impositiva y excluyente.

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